Ir al contenido principal

Abrazo mortal

 
    Howard empujó las puertas del local y penetró como un huracán. El espectáculo que se ofreció a su contemplación era dantesco (...).
    Dos hombres a los que reconoció al instante -Ward y Jackson- permanecían casi abrazados en el centro del espacio libre. Y el brazo izquierdo de Ward pasaba por encima de los hombros de Jackson, atrayéndolo, y también Jackson había hecho lo mismo con Ward. Daba la impresión de que los dos estaban unidos por un abrazo. Pero, en realidad, lo que les unía era la muerte.
    La mano derecha de Ward empuñaba un cuchillo de caza que había clavado en el bajo vientre de Jackson y furiosamente tiró hacia arriba, abriéndole y rasgándole los pulmones.
    También Jackson empuñanba un cuchillo y consiguió hundirlo en la carne de Ward, muy cerca del corazón, haciéndole aullar de dolor y matándole cuando la afilada hoja le alcanzó el corazón.
    Los dos estaban muertos, pero se mantenían en pie, apoyados el uno en el otro.
    El silencio era total...


( Emiliano Santos Zapata, Llega la muerte. Colección Oeste, Editorial Rollán, 1966)

Comentarios

  1. Hombre, no me extraña que el silencio fuera total.
    Me intriga que ambos estuvieran de pie, después de ejercitar tales maniobras. Es una escena tan truculenta...y silenciosa.

    ResponderEliminar
  2. Es una escena bastante forzada, en la que el autor parece querer mostrar un duelo algo "distinto". Pero se le fue la mano.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. No me había fijado, pero sí.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Curioso que dos hombres que se matan, lo hagan de esta manera. Esto sólo pasa en el oeste.
    ¡Qué maravilla de texto!.

    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Imaginación no le falta al autor, desde luego...
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de