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Labios de rubí

José Zorrilla y Moral (1817-1893)

En poesía hay símiles que han devenido tópicos. Al igual que los dientes de perlas o de marfil, los labios como corales o rubíes son comparaciones que persisten en el tiempo.
El rubí es una variedad de corindón (óxido de aluminio) que cristaliza en el sistema trigonal. En la antigüedad se solía denominar así a cualquier piedra preciosa o gema de color rojo. Los más apreciados eran los de un rojo intenso o "sangre de paloma", y procedían de minas de Ceilán o de Birmania.
Algunos ejemplos poéticos son conocidos, empezando por estos versos de una oriental de José Zorrilla:

Son tus labios un rubí
partido por gala en dos;
le arrancaron para ti
de la corona de un dios.  

Como señala D. Francisco Rodríguez Marín (Artículos periodísticos, 1957), José Zorrilla "tenía rebosante su joyería mental", pero lo del "rubí partido" no es invención suya, sino que otros poetas antes que él también lo usaron, con variantes. Así Álvaro Cubillo de Aragón, en la comedia El invisible príncipe del baúl:

Un breve rubí, partido
en dos mitades celaba
aquel tesoro de perlas...  

O Catalina Clara Ramírez de Guzmán:

Un rubí en abreviatura
en su boca, que, en dos medios,
publica que su valor
consiste en ser tan pequeño.

Comentarios

  1. Más sobre "El fuego y las cenizas"

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  2. Muchas gracias, Montuenga, por la reseña.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. He tardado un poco en añadir este poema, porque aunque recordaba haberlo leído, debía dar con él entre toda la agotadora pedrería de Villaespesa. Procede del libro "Los Panales de Oro", quizá el más hermoso de los suyos tipográficamente hablando, merced a un puñado de grabados en color de Moya del Pino. Un libro para coleccionar. Aunque el rubí no está partido, permítame arrimarlo a su página

    El Rubí

    En la granada partida
    de tus labios carmesíes,
    mi beso dejó una herida
    más roja que los rubíes
    que ensangrientan, con los brillos
    de sus púrpuras solares,
    las gemas de tus collares
    y el oro de tus anillos.
    Y húmeda, ardiente, imprecisa,
    como sangriento trofeo
    de aquel beso que te dí,
    te devuelto tu sonrisa
    en un rojo camafeo
    tallada sobre un rubí.

    David M.V.

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