Ir al contenido principal

Habla Caliban

Jean Guéhenno (1890-1978)

No hay que confundir cultura y saber. Si el más sabio era el más cultivado, un alumno de nuestras escuelas primarias sería más cultivado que Platón. En precisiones científicas, conoce mil cosas que Platón desconocía. Pero un ignorante inquieto está bastante más cerca de la verdad que no un sabio orgulloso; y mucho más que en el conocimiento, la cultura consiste probablemente en cierta disposición al conocimiento. Es la inquietud de la verdad y de la justicia, cierta exaltación permanente del espíritu, cierta dolorosa finura lo que uno no querría dejar de sufrir. Así, resulta que de sabios muy sabios no salen las más veces más que estúpidos, y que se puede hablar de la cultura natural de personas del pueblo que nunca han frecuentado escuela alguna. Solo hay civilización allí donde hay aristoi. Conforme. Pero que no se piense en descartar, con tal argumento, la idea de una civilización "popular". El pueblo produce naturalmente aristoi.

(Jean Guéhenno, Caliban parle, 1928. Traducción de J.O.)
 

Comentarios

  1. Siempre digo que no soy una mujer culta pero sí curiosa. Entre confundir cultura, saber o ignorante inquieto, dígame: soy de pueblo y me crié en el campo, ¿qué soy?...

    Saludos y gracias.

    ResponderEliminar
  2. Cro que Guéhenno responde bien a su pregunta: es culto no quien más sabe, sino quien tiene curiosidad de conocimiento.

    ResponderEliminar
  3. Hay personas muy sabias, cultas y humildes. Porque de esas personas estúpidas de las que comenta Guéhenno en su cita, ya sabemos de su comportamiento.
    Perdone, soy muy testaruda.

    Puede tutearme,

    gracias.

    ResponderEliminar
  4. Gracias a ti, L.N.J., por tus comentarios.

    ResponderEliminar
  5. Todo resulta muy proto-John Fowles, sobre todo si pensamos en "El Coleccionista"

    ResponderEliminar
  6. ¡John Fowles! Me alegra oir hablar de Fowles. Creo que está injustamente olvidado. Mi novela favorita suya: "El mago".
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien