Ir al contenido principal

Fat Boy


El Chico Gordo con la tía solterona y Mr. Tupman.
(Ilustración de Harold Copping)

Aparece brevemente en Los papeles póstumos del club Picwick, pero su aparición es de las que quedan en la memoria. Joe es un criado de Mr. Wardle, y un chico sumamente gordo. Come sin mesura y cada dos por tres se duerme (una característica esta última que ha dado nombre en medicina al "síndrome pickwiano", un tipo de apnea del sueño).
Cuando Joe, con su uniforme de lacayo, aparece a la vista del escribiente Lowten, no sale de su asombro ("nunca había visto el escribiente un muchacho tan rollizo, ni siquiera en los carromatos trashumantes"). Lowten le pregunta qué se le ofrece, pero el chico gordo se ha dormido. Le repite hasta tres veces la pregunta, y como no obtiene respuesta se dispone a cerrar la puerta. Justo entonces el muchacho abre de repente los ojos, parpadea varias veces, estornuda y levanta la mano en ademán de seguir llamando a la puerta. Dáse cuenta de que la puerta ya está abierta y al fin sus ojos se encuentran con los de Mr. Lowten:
-¿Para qué demonio llama usted de esta manera? -preguntó enfadado el escribiente.
-¿De qué manera? -dijo el muchacho en voz queda y dormilona.
-Hombre, como no llamarían cuarenta cocheros- replicó el pasante.
-Pues porque me dijo el amo qiue no dejara de llamar hasta que abrieran la puerta, por miedo a que yo me durmiera -dijo el muchacho.
¡El Chico Gordo! Imposible imaginárselo, al cabo de los años, más viejo y más delgado y sin dormirse.   

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de