Nido de víboras



Para llevar a cabo la cópula, el macho de la víbora se enrosca en torno a la hembra; cuando ya han cumplido el acto amoroso, la desposada da a su compañero una paga nefasta, a modo de recompensa por el contacto sexual: se enrosca a su cuello y le secciona la cabeza de cuajo. El macho, pues, muere, en tanto que la hembra concibe sus crías; no se trata de un animal ovíparo, ya que da a luz; los recién nacidos de inmediato se entregan a unas actividades que están de acuerdo con su índole perversa: destrozan a dentelladaas el vientre de la madre y salen al mundo exterior, vengando la muerte del padre. Poetas trágicos amigos: ¿qué podrían decir ante tales hechos Orestes o Alcmeón?


Aristóxeno narra que, cierta vez, un hombre dio muerte a una víbora con la mano y, a pesar de no haber recibido ninguna mordedura, perdió la vida; también agrega que la túnica que ese hombre vestía al matar al reptil se pudrió al cabo de poco tiempo.

En su poema Dardánicas, Hegemón habla del tesalio Alevas y, entre otras cosas, refiere que una víbora se enamoró de él; también nos dice que Alevas tenía cabellos de oro, cosa exagerada que corrijo diciendo que era rubio su pelo.

(Claudio Eliano, Historia de los animales. Trad. María Otero)

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