Ir al contenido principal

9 de junio

Grabado del accidente ferroviario de Staplehurst 


Tal día como hoy de 1865, Charles Dickens viajaba en tren hacia Londres de regreso de un viaje a Francia. Con él iban, de incognito, su amante Ellen Ternan y su madre en un vagón privado de 1ª clase. El manuscrito de la última entrega de Nuestro común amigo se hallaba en el bolsillo de su sobretodo, colocado en la rejilla encima del antimacasar. El tren rodaba a unas 50 millas por hora. A su paso por el viaducto de Staplehurst, en Kent, el tren enfiló la vía en obras y descarriló. Todos los vagones de 1ª clase, excepto el de Dickens, cayeron al río. Según testimonios, Dickens se comportó de manera heroica, salvando vidas y socorriendo a los heridos. También salvó el manuscrito.

La mayor preocupación de Dickens, sin embargo, era que se llegase a saber quién le acompañaba en el viaje. Logró mantener el secreto y que la prensa no hablara de ello. Pero salió tocado.  
De acuerdo con manifestaciones de su hija Mamie, la salud de su padre se deterioró gravemente después del accidente ferroviario. Su reloj de bolsillo dejó de funcionar con corrección cronométrica, y el recuerdo de aquellos trágicos y angustiosos momentos le persiguió durante el resto de sus días.
Curiosamente, cinco años después del accidente, el 9 de junio de 1870, el cansado corazón de Dickens dejó de latir para siempre. No se sabe si también se paró su reloj.

Comentarios

  1. Un cuento de fantasmas escrito por Dickens, "El guardavías", se relaciona con accidentes ferroviarios. Precisamente hace un par de días lo estuve volviendo a leer después de muchos años. Imagino que algo tuvo que ver esta experiencia de Dickens con ese relato publicado en 1866.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. En efecto, y es además uno de los relatos de Dickens más desasosegantes.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. En efecto, y es uno de los relatos de Dickens más desasosegantes.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. "La mayor preocupación de Dickens, sin embargo, era que se llegase a saber quién le acompañaba en el viaje. Logró mantener el secreto y que la prensa no hablara de ello."

    Iba a ser ahora,con los programas bazofia de cotilleo.
    Eso si que es desasosegante.

    ResponderEliminar
  5. El accidente y la muerte de Dickens en la misma fecha, ¿es una coincidencia significativa? para Jung lo sería. Creo que Dickens escribió un relato, El hombre señal sobre la premonición del accidente.

    ResponderEliminar
  6. Hew Dalrymple: Cierto que ahora mantener un secreto como el de Dickens sería prácticamente imposible.
    Amaltea: el relato que citas puede ser "El guardavías", que menciona Retablo más arriba.
    Saludos a ambos.

    ResponderEliminar
  7. He escrito en mi blog, a propósito, una entrada relacionada los guardavías del XIX.

    Saludos don Jorge.

    ResponderEliminar
  8. Gracias por la información.
    Saludos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien