Ir al contenido principal

Río de piedras

Es conocida la afición de Umberto Eco por las listas. Como él mismo menciona en Confesiones de un joven novelista, en su novela Baudolino hay un buen ejemplo de ello. Sucede cuando Baudolino y sus amigos, de viaje a la tierra del Preste Juan, se topan con el río Sambatyón que, según la tradición rabínica, no lleva agua sino que es un torrente seco de arena y piedras. Esto da motivo a Eco para introducir un heterogéneo listado de rocas y minerales. He aquí un breve y brillante ejemplo:
"Eran unas cataratas que se precipitaban desde decenas de imbornales rupestres, dispuestos en anfiteatro, en un desmedido torbellino final, un regurgitar incesante de granito, una vorágine de brea, una resaca única de alumbre, un rebullir de esquisto, un repercutirse de azarnefe contra las orillas (...) Era un rojear de hematites y cinabrio, un titilar de atramento cual acero, un trasvolar de pizcas de oropimente del amarillo al naranja flamante, un azular de armeniana, un blanquear de conchas calcinadas, un verdear de malaquitas, un desvanecerse de litargirio en azafranes cada vez más pálidos, un repercutir de rejalgar, un eructar de terruño verduzco que palidecía en polvo de crisocola y emigraba en matices de añil y violeta, un triunfo de oro musivo, un purpurear de albayalde quemado, un llamear de sandáraca, un irisarse de greda argentada, una sola transparemcia de alabastros..."

Comentarios

  1. Lupo Ayllán y Majara Habitual14/12/11, 19:19

    Y el libro ¿ qué le pareció ? Sin ánimo interrogatorio . Si me da usted permiso mañana coloco aquí una preciosa descripción estratigráfica de Lafferty .

    ResponderEliminar
  2. Bueh, para alguien como tú que estudió geología debe ser todo un gusto. Pero para el lector corriente me parece un exceso verborreico algo cansino.

    He leído un par de libros de Umberto Eco, y a veces creo que se pone insoportable.

    Pero lo de los gustos sabemos que es como esas piedras... de tanto color distinto.

    ResponderEliminar
  3. lupo ayllán Y Sus dementes15/12/11, 9:53

    una muestra , sólo , es del relato Continued on next Rock . El geólogo de una expedición arqueológica filosofa ante la hoguera . esto es sólo una muestra :
    " It bedivils me sometimes why I am the only one to notice the analogy between historical geology and depth psycology" (...) " The isostatic principle applies to the mind and the under-mind as well as it does to the surface and under- surface of the earth .
    The mind has its erosions and weatherings going along with its deposits and accumulations. It also has its up-thrusts and its stresses . It floats in asimilar magma . In extreme cases it has its volcanic eruptions and its mountain building " .
    Me da pereza traducir . Resumiendo libremente :
    En todo cerebro hay diamantes y sulfuro .

    ResponderEliminar
  4. Lupo Ayllán, Vigo y Cía: mi opinión acerca de este pasaje, y de otros parecidos en la obra de Eco, es que todos los excesos son malos. De hecho la muestra que he transcrito es una mínima parte del "torrente" de palabras que el susodicho río de piedras acarrea, con lo que el lector queda literalmente machacado.Eso sin hablar del despropósito de los términos geológicos escogidos en el contexto del pasaje, a parte de su rareza o sonoridad de algunos de ellos.
    Lupo: permiso concedido. Ah, y el fragmento que cita de Continued on next Rock al menos tiene sentido como metáfora o símil.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien