Ir al contenido principal

En torno a David Balfour

Las aventuras de David Balfour, de R. L. Stevenson,
(Ediciones del Zodíaco, Barcelona, 1944)

Hace años se me ocurrió consultar el libro Novelistas malos y buenos (2ª ed., 1915), del P. Pedro Pablo Ladrón de Guevara, a ver qué ponía de Robert Louis Stevenson, y lo que decía era más bien poco, pero curioso. Tres líneas le bastaban para su valoración bio-bibliográfica: "Literato escocés, que murió en 1894. Fue narrador de viajes y novelista, parecido en algo a Poe, Hoffmann y Gaboriau." En cuanto a juicios acerca de obras en particular, La isla del tesoro le merecía al jesuita un desdeñoso "se puede leer", al igual que El dinamitero. Luego estaba Plagiado. Y eso era todo.
Me sorprendió, de entrada, que solo citase tres obras de toda la producción de Stevenson, pero hay que tener en cuenta que a principios del siglo XX la mayoría de las obras del autor escocés no se habían traducido aún al castellano. La otra cosa que me sorprendió es lo de Plagiado. Por el comentario del P. Ladrón de Guevara (que dictamina: "Es inofensiva, y ni aún de amores profanos se trata en ella") deduje que se refería a Kidnapped. Consultado un viejo diccionario Cuyás se me aclaró que el verbo to kidnap, además de secuestrar o raptar, también es sinónimo de plagiar. Y es esta segunda acepción la que se escogió, al margen de cualquier significado derivado de la novela, para titular la edición en español de la misma por la editorial Appleton and Co., de Nueva York, aparecida el año 1913, y a la que sin duda se refiere el P. Ladrón de Guevara.
Con el tiempo se publicarían nuevas versiones de Kidnapped con los títulos Secuestrado o David Balfour, y aveces también en un solo volumen junto con su continuación, Catriona, bajo el título Las aventuras de David Balfour. Algunas de estas versiones son poco de fiar, pues están abreviadas o incompletas. Particularmente, si tuviese que recomendar una buena traducción íntegra elegiría la de José Farrán y Mayoral para Ediciones del Zodíaco, impresa en Barcelona en 1944, como contribución al cincuentenario de la muerte de R. L. Stevenson. En ella, el traductor nos dice en el prólogo: "Como los más grandes clásicos de la literatura, Stevenson no se propone en sus libros enseñar nada, ni defender determinadas ideas, ni sostener tesis de ninguna clase; su más alto incentivo literario es su Lust zu Fabuliren, su gozo de contar; y el gozo viril de procrear seres inmortales."

Comentarios

  1. Es uno de los libros fundamentales de Stevenson, a mi modesto entender, de principio a fin: relato de aventuras, de viajes por Escocia, de grandes valores, en fin, una gratísima lectura. Recuerdo de manera especial el final. Catriona me impresionó menos, aunque quizás una segunda lectura siempre vendría bien.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Completamente de acuerdo.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien