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Conexiones montserratinas


El monje benedictino Columbano Mª Cucurellla escribió El Montserrat del espítritu antes de 1936, pero no se publicó hasta bien pasada la guerra. Se trata de un tratado ascético, en el que dom Columbano, siguiendo el Ejercitatorio de la vida espiritual (1500), del monje de Montserrat dom García Jiménez de Cisneros, traza el "viaje de ascensión a las más altas cumbres del Montserrat del espíritu, con ánimo de establecerse y fijar la morada de ellas perpetuamente: llegando a hacer casi imposible el descenso, o el viaje de vuelta de las mismas." La obra tenía que constar de dos tomos, pero solo llegó a editarse el primero (el Montserrat material), que vio la luz, "en los tórculos de Pedro Bas de Igualada", en 1953.
Lo más curioso del libro es sin duda la cubierta. Encima de una panorámica de las erosionadas masas conglomeráticas que constituyen la Montaña, se erige un extraño edificio de aire futurista, que no es obviamente el monasterio, pero que se parece mucho al rascacielos ideado por el arquitecto Ignasi Brugueras en 1917. A su vez, dicho edificio guarda semejanzas con el Hotel Attraction diseñado supuestamente por Antoni Gaudí en 1908 para la ciudad de Nueva York. Hay que decir que ninguno de los dos edificios superó la fase de proyecto.
Que una construcción de estas características aparezca ilustrando un libro de elevados pensamientos espirituales no deja de ser sorprendente. Desgraciadamente se desconoce qué es lo que impulsó a dom Columbano a incluir semejante edificio en la cubierta de su libro. Ahora bien, el proyecto de Brugueras fue presentado al público en 1952, y no hay que olvidar que 1952 coincide con el centenario de Gaudí. La cosa iría pues de homenajes.
A modo de colofón. Ya en el siglo XXI, Enrique Vila-Matas dice estar escribiendo desde la habitación 3489 del hotel Attraction, en la zona cero de Nueva York, "rediseñada gaudinianamente", un artículo titulado "Hotel Attraction o Gaudí y mi familia (sagrada)". Lo que en cierta medida vendría a poner en conexión la zona cero neoyorquina con el Montserrat espiritual. Todo es un misterio y un embrollo.

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