Ir al contenido principal

Eduardo Elio


"Como por una parte el ejercicio de mi profesión me obliga a viajar constantemente, y como por ende mis aficiones literararias me inducen a leer mucho, no he podido resistir la tentación de escribir mis múltiples impresiones..." Así se expresa el ingeniero de caminos, canales y puertos D. Eduardo de Elio y de Lavalle en A vuela pluma (relatos varios), publicado por la Biblioteca Patria a primeros del siglo XX.
El librito en cuestión consta de 18 esbozos o apuntes, en los que deja buena muestra de su afición a la geología y en particular a la paleontología. Así, al visitar la comarca gerundense de las Guilleries, da noticia del hallazgo de un ejemplar de Hemilidaris crenularis; en su recorrido por tierras de Teruel descubre en la gruta de las Baticambres un Heteraster oblongus; y en la sima de san Pedro, cerca de la localidad de Ariño, descubre con alborozo un fósil que "fue examinado y clasificado por el notable geólogo P. Navás, de la Compañía de Jesús, y le llamó mucho la atención, felicitándome por haberlo encontrado y dándome escrita la clasificación que del mismo hizo. Es dicho ejemplar un gran trozo de ammonites insignis heterofillum, con la especialidad de llevar impresa en toda su superficie la huella de una floración de helechos."
Es de esperar que el naturalista Longinos Navás no marrara a la hora de identificar el mencionado fósil, como sí lo hizo D. Eduardo cuando, a continuación, en el mismo relato, nos dice los siguiente: "En el fondo lleva incrustada una geoda de calcita, piedra de origen eruptivo, cuya posición en el fósil que examinamos, está de perfecto acuerdo con la hipótesis antes sustentada, ya que pudo ser incrustada en la magma pastosa del fósil en formación, por la proyección de un trozo del mineral que la constituye en una erupción volcánica."

Comentarios

  1. Anónimo2/7/11, 9:18

    Este tipo de hallazgos obliga a uno a estar alerta y no desdeñar nada de la inagotable Biblioteca Patria de buenas lecturas, por la que pasaron Carrere, Cansinos, P.L.Galvez y tantos otros. Felicidades. Y a seguir buscando. D.A.M.

    ResponderEliminar
  2. De morrocotudos podríamos calificar este tipo de hallazgos.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Como un río de corriente oscura y crecida

  Era un panorama extraño. En Barcelona, la habitual multitud nocturna paseaba Rambla abajo entre controles de policía regularmente repartidos, y la habitual bomba que explotaba en algún edificio inacabado (a causa de la huelga de los obreros de la construcción) parecía arrojar desde las calles laterales perqueñas riadas de gente nerviosa a la Rambla. Los carteristas, apaches, sospechosos vendedores ambulantes y relucientes mujeres que normalmente pueden verse en las callejuelas se infiltraban entre las buenas familias burguesas, las brigadas de obreros de rostro endurecido, las tropillas de estudiantes y jóvenes que deambulaban por la ciudad. La multitud se desparramaba lentamente por la Rambla, como un río de corriente oscura y crecida. Apareció un ejército de detectives, de bolsillos abultados, apostados en cada café, vagueando por la Rambla y enganchando, de un modo vengativamente suspicaz, a algunos transeúntes elegidos por alguna singular razón, hasta el punto de que incluso esta

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra