Ir al contenido principal

Verdaguer y Almera

Corte geológico por la montaña de Nazaret,
en la libreta de campo de Almera.
E. Aragonès, "Dietari d'un geòleg a Terra Santa
(Jaume Almera, 1886)",

Notícies de Natura, 13, 2007

Jacint Verdaguer publicó L'Atlàntida en 1877, con treinta y dos años. En los primeros cantos del poema épico Verdaguer narra con inusitada energía el hundimiento del mítico continente y la formación geológica de la península Ibérica en un tono cataclismático, con gran estrépito tectónico. Menéndez y Pelayo, que hizo un gran elogio del poema, creía que la geología estaba demasaido presente.
Aquel mismo año de 1877 se publicaba Cosmogonía y Geología, del presbítero Jaume Almera, de la misma edad que Verdaguer, profesor en el Seminario de Barcelona. Años más tarde, en abril de 1886, los dos viajarían juntos a Palestina. De esta peregrinación saldría el Dietari d'un peregrí a Terra Santa (1889), de Verdaguer. Almera también tomó sus apuntes del viaje, pero no llegó a publicarlos.
Las dos eran grandes observadores de la naturaleza; pero mientras las notas de Mossèn Cinto hacen gala de un prosa cultivada, acorde con la sensibilidad del poeta, las del Dr. Almera son de signo más práctico, más cercanas a la libreta de campo de un geólogo. Enric Aragonès, que ha estudiado los manuscritos de Almera, menciona algunas de sus anotaciones geológicas. Así, por ejemplo, en Terebinte Almera identifica las calizas neocomienses; camino de Jericó cree ver el basalto sobre un Trías con yesos de color rojo; observa las terrazas fluviales del valle del Jordán; encuentra en Lebbia margas bituminosas y en Antiliban molasas ferruginosas...
Curiosamente, la amistad entre los dos peregrinos no salió fortalecida después de los dos meses del viaje. Hermanos en la fe, sus personalidades y quehaceres eran muy diferentes. Un año antes del viaje, Verdaguer había sido propuesto como canónigo de la catedral de Barcelona. Al parecer, no se le consideró digno de tal cargo y, en consecuencia, Verdaguer presentó la renuncia. Entonces se cursó el nombramiento de Almera, que sí tomó posesión de la canonjía, previa aceptación del obispo de la diócesis.

Comentarios

Entradas populares

Antillón

  Con el placer de costumbre leo en Lecturas y pasiones (Xordica, 2021), la más reciente recopilación de artículos de José Luis Melero, una referencia al geógrafo e historiador Isidoro de Antillón y Marzo, nacido y muerto en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (1778-1814). Antillón fue un ilustrado en toda regla, liberal en lo político, que difundió sus ideas, entre ellas el antiesclavismo, a través de diversas publicaciones. Sus obras más relevantes son las de carácter geográfico, entre las que destaca Elementos de la geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (1808). En esta obra se muestra crítico con otros geógrafos españoles (caso de Tomás López) y con los extranjeros que escribían sobre España (a excepción del naturalista Guillermo Bowles). Gracias a Jovellanos Antillón llegó a ser elegido diputado por Aragón en las Cortes de Cádiz. A su amigo y protector le dedicó Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos , impreso en Palma de Mall

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de