Ir al contenido principal

Buffon en pantuflas

Lámina del Voyage à Montbard, de Hérault De Séchelles

En octubre de 1785 un joven aristócrata de veinticinco años, Marie-Jean Hérault de Séchelles, visita al conde de Buffon en su retiro borgoñón de Montbard. "J'avais une extrême envie de connaiître M. de Buffon". Así empieza Voyage à Montbard, el relato pormenorizado de dicha visita y retrato fascinante del célebre naturalista visto de cerca. Para entonces Buffon era ya una estaua viviente, pero Hérault de Séchelles nos lo presenta en su casa, en bata y zapatillas, brindándonos una insólita imagen cotidiana del gran hombre. Los pequeños detalles, los matices íntimos surgen a lo largo de sus páginas.
Le recibe primero su hijo, "Buffonet" ("el más pobre capítulo de la Historia Natural, según Rivarol), poco después se le acerca el conde "majestuosamente, abriendo sus brazos". El visitante queda impactado por su "bella figura, noble y reposada". Durante su estancia en Montbard Hérault de Séchelles tiene ocasión de anotar todos y cada uno de los movimientos de su anfitrión. Así, sabemos que Buffon se levanta a las cinco de la mañana, se viste, se peina, dicta sus cartas, arregla sus asuntos. A las seis sube a su gabinete y escribe. A las nueve le llevan el desayuno al gabinete. El desayuno consiste en dos vasos de vino y un pedazo de pan. Trabaja hasta las una o las dos, luego almuerza... Y este hombre, Buffon, que tiene en la mente a la Naturaleza entera y se libra a elevados pensamientos, siente asimismo una irrefrenable propensión al cotilleo y se hace informar por su peluquero de todo cuanto pasa en Montbard. La curiosidad ante todo.

Comentarios

  1. El cotilleo, como los pasteles, es un signo de civilización.

    Salud

    Francesc Cornadó

    ResponderEliminar
  2. Sin duda, Francesc, aunque siempre habrá diferencias entre, pongamos, Saint-Simon y María Patiño.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Diferencias abismales. Pero me ha gustado lo de los dos vasos de vino a las 9 de la mañana. Qué vulgar encuentro mi tostada...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. La frugalidad del desayuno no fue obstáculo para su ingente producción científica. La neurona la alimentaba con la pasión por el conocimiento. Aunque habría que saber el tamaño del trozo de pan y la capacidad del vaso en el que trasega el vino. Vivió 81 años que no es moco de pavo para la epoca

    ResponderEliminar
  5. La verdad es que los pequeños detalles de los grandes hombres o mujeres tienen un gran interés. Nos dicen más sobre su carácter que otros rasgos.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Bennett sobre "Ulises"

He aquí una foto clásica. Está tomada en la trastienda de la librería Shakespeare and Company, en París, poco después de la publicación de Ulises de James Joyce. En la foto aparecen Sylvia Beach (izquierda), propietaria de la librería y editora de la novela, y su autor (derecha). Me gustaría, sin embargo, que se fijaran en el cartel que hay detrás: ARNOLD BENNETT ON "ULYSSES".  Bennett fue un prolífico escritor inglés, autor de novelas como Los Clayhanger , Ana de las Cinco Villas o Cuentos de viejas , que alcanzaron en su tiempo enorme popularidad y fueron auténticos bestsellers. Seguidor de la gran tradición novelística del siglo XIX, sus obras iban destinadas preferentemente al llamado gran público, lo cual no quiere decir que no se preocupara por el estilo o la forma narrativa. Para Virginia Woolf y el círculo de Bloomsbury, Bennett representaba el lado más aborrecible de la narrativa y, en consecuencia, era no solo minusvalorado sino desdeñado (se burló de él en el ensa