George Bernard Shaw se refería a Chesterbelloc como un monstruo literario, católico y muy dado a la controversia. Por su parte, el escritor catalán Josep Navarro Costabella se inventó otro híbrido: Tolstoievski, asegurando que era el más grande novelista conocido. Claro que, bien mirado, como dijo Joan Fuster, también podría tratarse del peor.
El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí. En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra
Belloc tenía una fijación curiosa. Odiaba los relojes de sol. I am a sun dial and I make a botch of what´s done much better by a watch.
ResponderEliminarDecía el amigo , Carpe Diem frente a Tempus fugit o pereza de andar doblando el cuello. Aunque bien mirado un reloj solar en la vieja Inglaterra realmente is a botch.
A lo mejor lo que Belloc odiaba es el lema que aparece en muchos relojes de sol: Vulnerant omnes ultima necat; o sea, todas hieren, la última mata.
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