
Luis Gutiérrez era un ex fraile trinitario, gacetillero en Bayona, que murió ajusticiado en 1809, por orden de la Junta Central, acusado de agente secreto de los franceses. Cornelia Bororquia, o la víctima de la Inquisición, es una novela breve y de forma epistolar (la sombra de Richardson era alargada). Narra la historia de Cornelia, hija del gobernador de Valencia, que es raptada por el arzobispo de Sevilla y encerrada en los lóbregos calabozos de la Inquisición. Privada de libertad la joven resiste el continuo asedio del arzobispo. Éste intenta violarla, pero Cornelia repele la agresión y le acuchilla mortalmente. Cornelia es condenada a muerte y ejecutada, ante la desesperación de su novio Vargas (que por cierto será el protagonista de una novela posterior de José María Blanco White).
La novela fue escrita con un propósito claro: combatir la intolerancia y el absolutismo religioso, y en concreto la institución del Santo Oficio. A este fin el autor no duda en cargar las tintas de su relato. Hoy en día, sin embargo, nos atraen otras cosas de esta novela: la historia narrada desde los diferentes puntos de vista de sus protagonistas, su ritmo ágil para la época, los toques góticos y el atrevimiento en el lenguaje. He aquí cómo, desde su encierro, habla Cornelia del arzobispo en una de sus cartas a su padre:
"Entra con la piel de oveja, me habla con dulzura, y hallándome cada vez más empedernida, se sale de aquí furioso, al modo que un lobo voraz que habiendo sido echado de un aprisco, va con la lengua colgando o lamiéndose los labios ensangrentados a ocultar en los bosques su vergüenza y furor, pero siempre alampándose por carne y sangre, a pesar de que lleva aún palpitando en sus ijares las víctimas que ha devorado."
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