Chocolate eléctrico

"Mons. Liphardt, vecino de la ciudad de Konigsberga, capital de la Prusia Ducal, estando preocupado de que el chocolate no podía constituirse eléctrico, a causa de su naturaleza butirosa, acaba de desengañarse de esta ilusión con una nueva experiencia que hizo sobre la pasta recientemente preparada de aquella substancia indiana, descubriendo en ella claros indicios de electricidad. Hallábase una vez entretenido en labrar cierta tarea de cacao para chocolate, y cuando éste había ya dado todas las vueltas que debía recibir en la piedra, formó y separó varios ladrillos calientes, y poniéndoles uno sobre otro les arrimó poco a poco un filamento de seda, el cual no solo se les arrimó y pegó desde una distancia de dos pulgadas a que estaba apartado, sino que lo hizo con gran velocidad, al punto que entró en la esfera de la atracción. Esta experiencia dio gran gusto al citado físico; pero intentando luego sacar una chispa de aquellos ladrillos de chocolate, antes que perdiesen el calor, no hubo forma de promoverla; experimento que le hizo desconfiar del primero en cuanto juzgó que la disposición del aire ambiente no le era favorable; por lo mucho que sin duda influye la atmósfera en la electricidad."

(Extracto de una memoria sobre la electricidad del chocolate; y sobre que la percusión de los cuerpos idioléctricos equivale a su flotación, para excitar en ellos la virtud eléctrica. Por Mons. Liphardt. En: "Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa", Madrid, 24 de enero de 1788)

Comentarios

(2)
  1. Genial. Si viviera en nuestros tiempos le habrían dado el Ig-Nobel. Otros se lo han llevado con menos méritos.
    Un abrazo:
    JLP

    ResponderEliminar
  2. La ciencia también se nutre de estos científicos un tanto frikis que prueban lo improbable.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario