Ir al contenido principal

Furor minero


A mediados del siglo XIX el descubrimiento de importantes criaderos metalíferos en España ocasionó un período calificado justamente como de "furor minero". Lucas Mallada lo reflejó con acierto: "El ejemplo de varias fortunas en un país como el nuestro, donde la afición a los juegos de lotería hizo necesaria la creación de una Dirección general de la cual dependían al mismo tiempo las minas del Estado, tentó a la codicia de toda clase de gentes, desde encopetados políticos y acaudalados banqueros hasta humildes labriegos y simples buscones de minerales, dedicados a olfatear y recoger por sierras y barrancos toda clase de piedras con señales de metal o cosa parecida. No quedó monte, ni cerro, ni cañada, ni rincón por explorar y registrar, y por más de media España, no docenas de minas, sino miles, por luengos siglos abandonadas, volvieron a entrar en labores con alocada actividad, sin contar los infinitos pocillos, calicatas y socavones en yacimientos nunca explorados."
Este frenesí minero llegó, como era previsible, al teatro; y así, en 1855 el escritor valenciano Enrique Pérez Escrich escribió una zarzuela en un acto, titulada Cuarzo, pirita y alcohol, a la que puso música su amigo y paisano José Rogel. La obra parodia el afán de lucro minero de unos improvisados empresarios en un tono cómico-satírico. En la escena segunda, el "experto" Don Benito reparte a una serie de accionistas unos cuantos minerales. Los accionistas los examinan con detenimiento e incluso algunos sacan de sus bolsillos microscopios de ordenanza. Don Benito recorre la fila de accionistas poseído de entusiasmo minero mientras canta la siguiente estrofa:

Pirita azufrosa
que el plomo revela;
espato calizo
que el cobre nos muestra;
las vetas de cuarzo
que este alcohol enseña
y este carbonato,
y esta ganga bella

nos dan claro indicio
que el filón se acerca.

A lo cual, contesta el coro de accionistas:

Un Potosí, no hay duda
la mina encierra,
a juzgar, compañeros,
por estas muestras.
¿Veis estas gotas?
Pues claro nos indican días de gloria.

Mientras, Don Benito lo celebra en un aparte:

(No hay mina más verídica
sobre la tierra,
que hallar tontos que a un pillo creerle quieran.)

El supuesto negocio acaba, naturalmente, en fiasco.
Como otras "burbujas" de otras épocas.

Comentarios

  1. Muy bueno, Jorge. Se ve que las Musas no hacen distingos: lo mismo inspiran a un boyero, a un navegante o a un minero. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Un milagro de san Salvador de Horta

"Dos casados vizcaínos traxeron desde aquel reino a Horta una hija, que era sorda y muda de nacimiento; y poniéndola a los pies del venerable Fray Salvador, les dixo que estuviesen ocho días en la Iglesia orando a Nuestra Señora, y que después hablaría la muchacha. Pasados quatro días habló, pero en lengua catalana, conformándose con el idioma del territorio en que estaba. Entonces viendo hablar a la muda gritaron todos: Milagro , milagro . Pero sus padres como no entendían aquella lengua estaban descontentos, y levantando la voz decían que ellos no querían, ni pedían, que hablase su hija lengua catalana, sino vizcaína; y fueron a Fray Salvador, que le quitase la lengua catalana y le diese la vizcaína. Él les respondió: Vosotros proseguid la oración de los ocho días, que yo también continuaré la mía . Y cumplidos los ocho días, delante de los muchos que concurrieron a ver la novedad, dixo: Amigo, la Virgen Santísima quiere que la niña hable catalán mientras esté en el reino de Cat

Simpson

George Gaylord Simpson (1902-1984) George Gaylord Simpson fue sin duda uno de los importantes paleontólogos del siglo XX, especialista en mamíferos fósiles, gran teórico evolucionista y experto lingüista. Después de su muerte, su hija descubrió  entre sus papeles el manuscrito de un relato de ciencia-ficción escrito en los años setenta y titulado The Dechronization of Sam Magruder . Se publicó en 1996, con prólogo de Arthur C. Clarke y epílogo de Stephen Jay Gould. Fue traducido al castellano por María Belmonte y publicado al año siguiente por la editorial Mondadori con el título Entre dinosaurios . El relato de Simpson narra las peripecias de un "cronólogo", Samuel Magruder, que en 2162, y gracias a un proceso de su invención conocido como "descronización", viaja nada menos que ochenta millones de años atrás, o sea, al período cretácico. Magruder es consciente de que es el único humano en un valle poblado de gorgosaurios, celurosaurios, tiranosaurios y otros