Ha muerto el escritor estadounidense James Purdy. Según las agencias que deben haber consultado la Wikipedia tenía 94 años, pero otras enciclopedias dan 1923 como fecha de nacimiento. Leo las necrológicas de la prensa y, como de costumbre, no escapan a la etiqueta, al tópico y al titular llamativo. El País: "escritor maldito"; El Periódico: "genio secreto". Pues bien, ni maldito, ni secreto. Purdy fue un narrador de más prestigio que fama, más apreciado por la crítica académica que por el gran público; minoritario, pero no un desconocido ni un incomprendido. Su condición de gay tiene mucho peso en su obra. En nuestro país tiene Purdy traducidas tres o cuatro obras, al castellano y al catalán. Leí Malcolm -una de sus novelas más notables junto con Habitaciones exiguas y Camino de la gloria- cuando se publicó a mediados de los ochenta. Trata de la búsqueda del padre por parte de un adolescente en medio de un mundo sombrío y depravado. Es una obra extraña, bizarra, de tintes picarescos. Sus personajes suelen ser bastante friquis. No me entusiasmó, pero captó mi interés. Más que del Medio Oeste parece Purdy un escritor gótico sureño; una especie de Tennesee Williams tuneado, para entendernos.
El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí. En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra
Recuerdo mi fascinación cuando leí "Habitaciones exiguas" (me lo recomendó José Bolado). Luego no seguí leyendo otras cosas suyas; entonces no las busqué. Pero esa novela me obsesionó en un doble sentido: mi busqueda de mi identidad literaria y mi búsqueda de mi identidad sexual. Hay que decir que era muy joven y muy influenciable, valga la redundancia.
ResponderEliminarCreo que su consideración de "autor gay" pesa en su contra. Distrae y lo reduce. Es como si existiera la etiqueta de "autor heterosexual". Claro que Purdy es muy marcado. Pero ante todo habla de la vida en general, siempre extrema. Y es tremendamente surrealista.
En definitiva, un gran escritor desconocido (porque me temo que sólo le buscaba un cierto público que no iba más allá de ciertas cosas). Igual me equivoco.
Un abrazo:
JLP
De acuerdo con tu valoración de Purdy.
ResponderEliminarUn abrazo.