Ir al contenido principal

Temblor y Gea

El pasado día de Todos los Santos se cumplieron 253 años de uno de los más grandes terremotos de los que se tenga noticia. Aquel día, a las 09.35 horas, a unos 100 kilómetros al sureste de Lisboa, en el subsuelo océanico, se produjo una sismo de 8,7 grados en la escala Richter que se sintió en toda Europa y dejó al mundo perplejo. Tras el temblor vinieron los tsunamis, los incendios y el caos generalizado. Lisboa quedó destruida. Se calcula que pudo haber hasta 90.000 muertos en la costa atlántica de la península Ibérica y norte de África. En España se documentaron grandes destrozos y 1.275 muertes, la mayor parte de las cuales a consecuencia del tsunami.
En el nº 17 (2007) de Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII, que publica el Instituto Feijoo del Siglo XVIII, hay un artículo de Juan Carlos Gea en el que reflexiona en torno al terremoto lisboeta y su poema El temblor (2005). ¿Por qué escribir hoy en día un largo poema narrativo sobre un suceso catastrófico que pasó hace tanto tiempo? La respuesta nos la proporciona el propio autor:
"Asumo que produzca extrañeza, pero al mismo tiempo lo encuentro muy sintomático. Sobre todo, porque me gusta pensar que El temblor no es más que otra de las inmnumerables réplicas del terremoto de Lisboa. Como tal, no es en sí mismo un fenómeno extraño. Ni siquiera el hecho de que sea una réplica tardía debe considerarse llamativo, porque puede catalogarse en principio como un mazo más de páginas, entre tantísimas, en torno a un acontecimiento que, como sugiere Susan Neiman está en el horizonte de nuestra condición (...) En este contexto, la única diferencia cualitativa es que esté escrito en verso; pero estoy convencido de que el verso, sin perder en absoluto su cualidad específicamente poética, su autonomía, puede entreverarse de narración. reflexión filosófica, descripción, alegoría. juego dramático, parodia..." Habría que añadir que Gea sale airoso del empeño.

Comentarios

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien