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Lomonósov

A pesar de que sus contribuciones a la ciencia tardaron en ser conocidas -y reconocidas- en Europa, ya nadie duda de que el ruso Mijaíl Vasilievich Lomonósov (1711-1765) fue uno de los científicos más destacados del siglo XVIII. Formado en la universidad de Marburgo (Alemania), de regreso a su país fue nombrado profesor de Química en la universidad de San Petersburgo. Lomonósov cultivó también la física, las matemáticas, la metalurgia, la meteorología, la geografía y la historia natural.
En el campo de las ciencias geológicas hizo importantes aportaciones en cristalografía y mineralogía. En 1745 publicó un catálogo de cerca de 3.000 minerales. Defendió el origen orgánico del carbón y del petróleo. Sus descubrimientos en el análisis químico de los minerales le convierten en un precursor de los estudios geoquímicos. Fue también uno de los primeros en aplicar el microscopio al estudio de los materiales geológicos. En su obra Sobre los estratos de la Tierra (1763) estudia la estructura de la corteza terrestre, divide los procesos geológicos en internos y externos y postula, mucho antes que otros autores, la idea de una Tierra dinámica y en continua evolución.
Pero Lomonósov no solo fue un científico, sino también un hombre de letras, historiador y filólogo. Escribió una Gramática que renovó el idioma literario ruso, combinando el eslavo eclesiástico con el coloquial. Es autor de tragedias, odas y poemas didáctico-científicos, como la “Epístola sobre la utilidad del vidrio” (1752). Pushkin le llamó “la primera universidad rusa”, pero como poeta no le tenía en gran consideración. No obstante, si el autor de Evgueni Onieguin pudo alcanzar geniales cotas poéticas es, en parte, gracias a la lengua dejada por Lomonósov.

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