Ir al contenido principal

Dos poemas de Vicent Andrés Estellés

Hay el arado, amarillento, con un amarillo de hueso
y hay el cráneo del asno entre la broza tierna
y hay una lejanía de sábanas secándose:
hay una barca en la arena, hay otras cosas, Françoise.
Hay huellas también, espaciadas y graves,
hay la señal de unas nalgas alegres y pequeñas,
y la soledad, Françoise, más soledad todavía.
Hay también la cama metálica, hay la habitación
por horas, hay la virgen con unos ojos grandes por el pánico,
y desnuda, en un rincón, viendo avanzar al hombre:
hay la virtud, Françoise, y la virginidad,
y el invierno, en la playa, y hay los cristales, sucios,
y hay las sábanas grasientas, rasgadas con las uñas,
y hay los barcos, Françoise, con nombres prestigiosos,
en el agua lenta y triste y oleaginosa del puerto.
Hay dos barcos daneses cargando mandarina.



Voy haciendo el triste catálogo, mi nocturno catálogo
de estupros, de adulterios, de violaciones,
entre el crujir de las camas y el crujir de los ataúdes,
la agitación de la pluma sobre el papel gordísimo,
y la agitación de los platos, las cucharas, los váteres,
los cadáveres que están deshaciéndose en la bodega.
Hay el huésped que se ha muerto y no se sabe de dónde es,
y hay el huésped que espera que llegue un telegrama,
como hay el huésped que escucha el coito de un matrimonio
y hay el huésped, cortés, que no habla con nadie.
Pero yo debo escribir, en el libro más grande
y con la letra más clara, pequeña e incisiva,
mientras una pobre joven muerde una colcha,
mientras una pobre viuda se lo lava en un bidé,
mientras el pobre poeta escribe versos indignos,
mientras al pobre hombre rico le viene un dolor de estómago,
mientras las pobres gentes van haciendo las pobres cosas
y el mendigo se pellizca tiernamente las ladillas,
humildes, de un color de miel delicadísimo,
y amablemente las deja en su mano abierta.

(Traducción: J.O. L'Hotel París, de Vicent Andrés Estellés, 1973)

Comentarios

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Premio Nadal 1944

El jurado del primer Premio "Eugenio Nadal" (Café Suizo, Barcelona, 6 de enero de 1945). De izquierda a derecha: Juan Ramón Masoliver, Josep Vergés, Rafael Vázquez Zamora, Joan Teixidor e Ignacio Agustí.  En un artículo titulado "Premios literarios, cartas marcadas", publicado recientemente en un diario digital su autor Daniel Rosell analiza el trasfondo de premios tan prestigiosos como el Nadal y el Planeta a lo largo de su ya larga historia. Refiriéndose al primero de ellos, Rosell escribe: "Siempre hay alguien que recuerda que el el primer premio Nadal lo ganó una desconocida Carmen Laforet, que se impuso a González Ruano, a quien se le había garantizado el premio." Y añade: "Es emotivo, incluso tiene elementos épicos la historia de una joven desconocida que se alza con un galardón literario al que aspiraban los nombres -todos masculinos- consagrados de las letras de entonces, pero ¿por qué no poner el acento en González Ruano? (...) En otra

Pìanos mecánicos

De Los organillos , de Henri-François Rey, publicada a principios de los años sesenta, recordaba más su versión cinematográfica, titulada Los pianos mecánicos como el original francés, que la propia novela. Yo estaba en Cadaqués el verano en que se rodó la película, y tuve la ocasión de ver de cerca a dos de sus intérpretes más conocidos: James Mason y Hardy Krüger. La protagonista femenina era Melina Mercouri, pero a ella no tuve la suerte de verla. El filme lo dirigió Juan Antonio Bardem y, aunnque no es una de sus mejores películas, sí es una de sus producciones internacionales de más éxito comercial. A Henri-François Rey, que pasaba largas temporadas en Cadaqués (Caldeya en la ficción), también lo  tenía visto por el bar Marítim o el café Melitón (título, por cierto, de su última novela). En su momento la novela fue un éxito de ventas y de crítica (llegó a finalista del Goncourt y ganó el Interallié).Leída al cabo de los años puedo asegurar que no solo se sostiene muy bien