Amos Oz, el escritor israelí galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007, dio ayer una espléndida conferencia en el Campus de Humanidades de la Universidad de Oviedo. Habló, entre otras cosas, de literatura, de su vocación de escritor, de su familia, de su libro semiautobiográfico Una historia de amor y oscuridad ("no hay una línea divisoria entre realidad y ficción... tampoco entre comedia y tragedia: son dos ventanas sobre un mismo escenario"), de los judíos europeos, de su país y del conflicto palestino-israelí ("no es un conflicto en blanco y negro, entre buenos y malos; es un conflicto entre dos víctimas de Europa, un choque entre la justicia y la justicia..."). A quienes aspiren a ser novelistas, o ya lo sean, les dio un consejo: "Pensad en vuestros personajes como si fueran vuestros hijos, vedlos como un padre mira a sus hijos".
P. ¿Queres decir que toda política es un juego sucio y que se la debería dejar en manos de los sinvergüenzas? ¿Te unes a la banda de los que dicen que el mundo sólo de salvará por un cambio del corazón? ¿Es eso?
R. No. Sólo digo que hoy los políticos dependen del apoyo de las masas, y que en consecuencia son representativos del hombre medio de su país y de su tiempo, a veces un poco mejores, a veces algo peores. Si fueran mucho mejores o mucho peores, no tendrían éxito, porque jamás serían aceptados por las masas (...) Esto significa que si estás muy por encima de la media en comprensión y sensibilidad, es probable que no seas capaz de hacer mucho políticamente, en el sentido estricto de la palabra, porque no tardarás en verte obligado a hacer cosas en las que realmente no crees, lo que significa que en la práctica fallarás, pues es imposible hacer bien algo si no se cree totalmente en lo que se está haciendo...
(W. H. Auden, El prolífico y el devorador. Traducción de Horacio Vázquez…
R. No. Sólo digo que hoy los políticos dependen del apoyo de las masas, y que en consecuencia son representativos del hombre medio de su país y de su tiempo, a veces un poco mejores, a veces algo peores. Si fueran mucho mejores o mucho peores, no tendrían éxito, porque jamás serían aceptados por las masas (...) Esto significa que si estás muy por encima de la media en comprensión y sensibilidad, es probable que no seas capaz de hacer mucho políticamente, en el sentido estricto de la palabra, porque no tardarás en verte obligado a hacer cosas en las que realmente no crees, lo que significa que en la práctica fallarás, pues es imposible hacer bien algo si no se cree totalmente en lo que se está haciendo...
(W. H. Auden, El prolífico y el devorador. Traducción de Horacio Vázquez…
Un consejo excelente. Y se aplica a lo leído; los novelistas más grandes son los que vieron a sus personajes como hijos. Cervantes, Galdós...
ResponderEliminarY Balzac, Dickens...Y luego están los novelistas que tratan a sus personajes como a hijastros.
ResponderEliminar