Ayer vi en Barcelona a mi amigo Antonio Rabinad. A sus ochenta años -camisa roja, gorra verde- el autor de espléndidos libros como Memento mori, o El hombre indigno, estaba, como cada domingo por la mañana, en su puesto de libros del Mercat de Sant Antoni. Al igual que en otras ocasiones, charlamos un rato de escritura. "Siempre estoy escribiendo algo -me dice-; publicar ya es otra cosa. Pero la cuestión es seguir escribiendo, escribir lo que a uno realmente le gusta y sabe hacer, con independencia de lo que el mercado demande en cada momento..." Estamos de acuerdo. Y añade: "En mi casa tengo una pila de textos mecanografiados que nunca me he preocupado de llevar a ningún editor. Me basta con haberlos escrito. Escribir me hace sentirme vivo." Rabinad, el hacedor de páginas.
"Dos casados vizcaínos traxeron desde aquel reino a Horta una hija, que era sorda y muda de nacimiento; y poniéndola a los pies del venerable Fray Salvador, les dixo que estuviesen ocho días en la Iglesia orando a Nuestra Señora, y que después hablaría la muchacha. Pasados quatro días habló, pero en lengua catalana, conformándose con el idioma del territorio en que estaba. Entonces viendo hablar a la muda gritaron todos: Milagro , milagro . Pero sus padres como no entendían aquella lengua estaban descontentos, y levantando la voz decían que ellos no querían, ni pedían, que hablase su hija lengua catalana, sino vizcaína; y fueron a Fray Salvador, que le quitase la lengua catalana y le diese la vizcaína. Él les respondió: Vosotros proseguid la oración de los ocho días, que yo también continuaré la mía . Y cumplidos los ocho días, delante de los muchos que concurrieron a ver la novedad, dixo: Amigo, la Virgen Santísima quiere que la niña hable catalán mientras esté en el reino de Cat
Pues hace muy bien. Tiene toda la razón...
ResponderEliminarEs la mejor manera, creo yo.